Los productos del mar, como el pescado y el marisco, son altamente perecederos una vez capturados, ya que quedan expuestos a las condiciones ambientales específicas de la región desde el momento de la pesca. Por esta razón, resulta fundamental aplicar métodos de refrigeración y conservación lo más rápidamente posible para prevenir el inicio del proceso de descomposición, impulsado por la proliferación de microorganismos. Además, es esencial determinar el método óptimo de conservación para cada tipo de producto, con el objetivo de preservar tanto su calidad nutricional como su apariencia visual y garantizar así su vida útil comercial. La conservación se convierte en un arte que combina ciencia y logística para prolongar la vida de estos tesoros oceánicos.